Ceci est la négligence!
En un lugar de África, esta expresión se la dirigió la hermana Escolastique al pasar delante de una choza a la
pobre mama de una niñita de tres años que estaba llorando, sucia, sufriente y
en un estado deplorable. La mama tenía un lactante en brazos
y sus tres hijos más mayores que no llegaba a los diez años presenciaban la
escena. Ante los requerimientos de la hermana la mujer lavó a su hija, que no
paraba de gimotear con una expresión de sufrimiento y desesperanza, llevaba semanas padeciendo, sus
extremidades estaban muy infladas, edematosas, y era tal su delgadez que se intuía su esqueleto debajo de la piel.
Preguntamos la edad de esa pobre criatura, que después de
lavada y vestida con ropas limpias ofrecía un aspecto algo más digno aunque
igual de doliente.
Tenía tres años y no llegaba a pesar 7 Kg, claramente era un
caso de desnutrición muy grave. La familia no tenían dinero para comida, ni
para ir al hospital distante 20 Km. Conectamos con el jefe de pediatría del
hospital y quedamos en que iría dos días después. Mientras le preparamos una
botella con leche en polvo, que tiene 28 componentes nutritivos, y con cacao y
azúcar, pero estaba tan mal la niña que apenas conseguimos que tomara unas
cucharadas. Nos hicimos cargo de los gastos, pero tras dos semanas de estancia
hospitalaria la niña murió. Además de la gran desnutrición se descubrió que tenía
una enfermedad hereditaria denominada anemía depranocítica, que es muy
frecuente en África.
Inicialmente me pareció muy dura la recriminación de la
hermana a esa pobre mama, aunque la escena en que encontramos a la pobre niña lo
justificaba, pues daba la sensación que ya estaba desahuciada por su madre que
se había centrado en salvar a su hijo lactante. Realmente la hermana con la
autoridad que le daba su entrega a todas esas gentes consiguió remover a la
madre que ya estaba conformada al cruel destino. Después la hermana puso todos
los medios para salvar a la niña pero no fue posible, sin embargo en otros
casos similares si que se consiguió.
No quise juzgar a la pobre madre, me movió a compasión. ¡Cuanto
vale la mujer africana! Muchas mamas son verdaderas heroínas que llevan
todo el peso de sus numerosas familias, sobreviviendo en la penuria, pasando
hambre, trabajando sin parar todo el día y sufriendo al ver que no pueden dar a
sus hijos ni lo más esencial como es el alimento o las medicinas en caso de
enfermedad. A pesar de eso tienen una gran dignidad, no se quejan, llevan con
elegancia sus privaciones y tienen la alegría de la vida. Es muy
comprensible que ante tales agobios algunas se derrumben y parezcan negligentes...