viernes, 11 de octubre de 2024

CAMPO DE TRABAJO CON UNIVERSITARIOS EN OLUVO (UGANDA) EN AGOSTO 2024

Volvimos a Oluvu por segunda vez, un grupo multinacional de 10 españoles, 10 de Hong Kong y Taiwan y 11 ugandeses, universitarios y jóvenes profesionales. Fue el sexto campo de trabajo de GIRAFRA en tierras ugandesas en cooperación con la fundación ADESCI. Aterrizamos en Entebbe al mediodía y partimos en un viejo autobús a Oluvu donde llegábamos 15 horas más tarde, baldados por el largo viaje por una carretera infernal llena de baches. En Oluvu, el grupo se albergo en las típicas chozas ugandesas redondas con techo de paja. A la mañana siguiente los vecinos se alegraron mucho al vernos. Nosotros nos pusimos a organizar los trabajos para finalizar la escuela y comprobar los pedidos de medicinas que comprendían 7 cajas grandes y a organizar los puestos de tomas de constantes y de espera de los enfermos y los consultorios. Al visitar la iglesia todos quedaron boquiabiertos con el maravilloso e inmenso fresco a modo de retablo que nadie espera encontrarse en un lugar tan apartado; además Luis que es compositor musical, quedó fascinado con el excelente coro polifónico del pueblo. Estuvimos dos médicos, Marc Vives y yo, pero Marc llegó cinco días más tarde. Estaban también Bertrand, Ignacio y Luis, que habían acabado cuarto de medicina en Navarra y los ugandeses Ronald también de cuarto y Adrian que había acabado primero, ambos en la universidad Makerere de Kampala, además Marvin estudiante de laboratorio clínico, y Peter Herbert que hizo de optometrista y se encargo del reparto de las gafas. Como traductores del lugbara al inglés nos ayudaron Patricia, enfermera del Health Center de Oluvu, Frida estudiante de enfermería y John y Albart. Las primeras consultas las hice yo y los estudiantes se fijaron como las hacía, y después empezaron ellos solos y me consultaban cualquier duda, al principio estas eran muy frecuentes y conforme pasaron los días fueron más esporádicas y solían ser de casos más difíciles, como un paciente que venía diagnosticado de ictus y al interrogarlo y explorarlo vimos que no lo era, sino una enfermedad de Parkinson; un niño de 12 años con un síndrome nefrótico; una mujer con la enfermedad de Von Recklinghausen como el paciente de la película “El hombre elefante”, etc. También varios días un estudiante de cuarto de medicina salió con un coche con Peter y un catequista, con medicinas y con gafas, a visitar pacientes de áreas apartadas. La patología más frecuente que vimos fue la que denominábamos “totalgia” o “síndrome de La Macarena”: solían ser mujeres mayores que tenían muchos dolores y al responder al interrogatorio de donde lo tenían, se señalaban con una y otra mano alternativamente uno y otro lado de su cuerpo comenzando por la cabeza, siguiendo por los hombros, codos, manos, espalda… de forma que parecía que estaban bailando esa famosa canción. Otros casos frecuentes fueron la malaria y la hipertensión. Los estudiantes además de hacer las visitas y diversos análisis, también hicieron otoscopias, oftalmoscopias e incluso ecografías cardiacas y abdominales con un pequeño ecógrafo, con lo cual al acabar el campo de trabajo estaban exultantes de lo que habían aprendido. El equipo sanitario al completo con los traductores
Prácticamente se finalizó la escuela, de forma que en septiembre la pudieran utilizar. Era muy necesaria, lo pudimos comprobar al visitar la vieja donde en cada aula había dos cursos separados por una cortina. Por las tardes se hacían partidos de futbol y juegos con multitud de críos. Al final habíamos visitado 1606 pacientes y les habíamos dado las medicinas y repartido unas 200 gafas, también ropa de vestir y de deporte, balones y un poco de esperanza… ellos nos dieron su alegría y humanidad. A la izquierda debajo del árbol les tomaban las constantes a los pacientes, a la derecha en el porche esperaban a entrar a la consulta que se hacía en ese pabellón. Por enmedio pasan algunos estudiantes llevando agua para la constucción.

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