miércoles, 24 de diciembre de 2014

HOMENAJE PÓSTUMO AL HERMANO VIEJO

Viejo operando con la hermana Socorro mientras asistíamos
a otro paciente muy grave
El hermano Manuel García Viejo, de la Orden de San Juan de Dios, murió el 25 de setiembre de 2014 por ébola en el Hospital Carlos III de Madrid. Lo conocí en la primavera de 1999 en el hospital de Asafo en Ghana, él junto a una ginecóloga eran los únicos médicos del hospital. Para mí era la primera vez que iba a África con una misión sanitaria, tenía que tratar de mejorar los conocimientos y habilidades anestésicas de tres jóvenes del poblado que eran los que habitualmente anestesiaban a los pacientes del hospital, apenas tenían conocimientos elementales, pero la Dra. Fuensanta Meseguer el año anterior les había enseñado muy bien lo básico de la anestesia raquídea y de la general. Ella les dejó unas tablas con las dosis de los diferentes fármacos en relación al peso del paciente, pues esos “técnicos en anestesia” no sabían dividir.
Llegué a Asafo en la madrugada de un domingo y por la mañana fuimos de excursión con el hermano Viejo, que así era conocido por todos, él disfrutaba con los paseos por la selva. Nos acompañó una estudiante de enfermería holandesa, que era su último día de estancia en el hospital después de dos meses. Ella había llegado con un compañero que al ver el panorama del hospital y del pueblo se asustó e inmediatamente se volvió a su país.
Durante el mes que estuve en Asafo operábamos casi cada día, principalmente hernias y cesáreas, pero también tuvimos que hacer alguna otra intervención mayor como una craneotomía a un niño que le cayó encima un árbol que estaba cortando su padre. La intervención fue bien pero el niño había broncoaspirado y tuvo una bronconeumonía grave y como no había ningún respirador en el hospital murió. Esa es la triste y cotidiana realidad africana donde se producen muertes que en nuestro medio serían totalmente evitables.
Tomando una bebida local en una tasca de Asafo
El hermano Viejo era un leonés tranquilo, que había hecho medicina interna, pero que por las exigencias de África se reconvirtió en cirujano y también en pediatra, obstetra y de todo. Operaba bien, apenas se inmutaba aunque llegará una urgencia a la hora que fuera, se podía decir que estaba siempre de servicio, disponible, y eso un año tras otro.  Son muchos miles los enfermos de Ghana y de Sierra Leona que atendió con su buen hacer, sacando el mayor rendimiento posible a los escasos recursos disponibles en esos remotos lugares.
Guardo un recuerdo muy entrañable de esa estancia en la que conviví con el hermano Viejo, aprendí mucho de él y contribuyó a que me contagiara del mal de África, que cuando te coge ya nunca lo puedes curar. Valgan estas líneas como un reconocimiento a su entrega, a su labor callada y eficaz, al igual que la de muchísimas monjas y misioneros  que esparcidos por toda la tierra son fuente de esperanza para los más necesitados de los hombres.  

Antonio Villalonga

No hay comentarios:

Publicar un comentario