sábado, 3 de enero de 2015

TOUMBOKRO MATEMÁTICAS Y COCODRILOS



Niñas de Toumbokro en el ramadán de 2011
Visita médica en un aula de la escuela de Toumbokro en el 2011
El pasado verano volví a visitar el Centro Médico Walé de Yamousoukro, en Costa de Marfil, y el dispensario de Toumbokro que depende de él situado a unos 30 km en un área rural de predominio musulmán.  La última vez que estuve allí fue el verano de 2011, desde entonces Walé se ha ido consolidando, pero el que ha experimentado un gran cambio ha sido el dispensario.  Entonces estaba en construcción y las visitas médicas se hacían en un aula de la escuela del pueblo. Me sorprendió ver en otra clase próxima la pizarra llena con un problema de matemáticas que incluía ecuaciones con logaritmos neperianos. No pude resolver el enigma que entrañaba esa pizarra, supuse que en esa escuela perdida en África había un profesor con estudios superiores que preparaba a algún alumno aventajado para ir a la universidad…

Ahora ya está acabado el dispensario y las instalaciones, aunque sencillas, están bien cuidadas con orden y limpieza e incluyen además de despachos de visita, un pequeño laboratorio, una pequeña farmacia y una sala en la que se atienden partos no complicados.
La pizarra con matemáticas

Nuevo dispensario de Toumbokro
Yamousoukro es la capital administrativa del país, era la patria chica de Houphouet-Boigny el antiguo presidente que quiso que su pueblo se convirtiera en una gran metrópoli. Para ello, y con visión de futuro, hizo unas amplísimas avenidas de kilómetros de largo, que en gran parte todavía están desiertas y sin edificaciones, también construyó  una basílica majestuosa, réplica de la de San Pedro del Vaticano, una gran mezquita, un gran aeropuerto, una universidad y un gran palacio presidencial con la característica de que está rodeado en parte por un lago con cocodrilos.


Una de las atracciones de la ciudad era ir a ver a las 5 de la tarde a los cocodrilos.  Allí estaba un viejo llamado Dicko Toké que llevaba casi 40 años alimentándolos.  Vendía pollos a los turistas para que vieran como se los comían los cocodrilos y además se atrevía a bajar donde tomaban el sol esos anfibios y se paseaba entre ellos y les cogía la cola. Pregunté si todavía seguía haciendo ese espectáculo, y me dijeron que se había acabado en  agosto del 2012, pues Dicko dio un mal paso y fue engullido por “El Capitán” que era como llamaba al ejemplar más grande. Pensé en el dicho de “no morder la mano que te da de comer”, al pobre Dicko lo mordieron entero y ahora dicen que a esos cocodrilos se les ven lágrimas en sus ojos.
Antonio Villalonga 
Dicko, turistas y cocodrilos el verano de 2011

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